It’s time once again …

you-re-off-toni-2-jpg(Foto tomada del tarjetón de despedida de Irish International BBDO | Proximity, diseñado por Jim Clifford. Thanks Jim)

Cuando escribí mi última entrada nunca imaginé que pasarían 19 meses hasta que escribriera esta. Tampoco imaginé que mi línea editorial volvería a romperse – o se mantendría según se mire – y me pondría delante del teclado a hablar de mi carrera profesional.

Tampoco siento que hayan pasado tantos meses – según cómo, parece que fue ayer, otras veces parece que llevo aquí toda la vida.

Sea como fuere, objetivamente han pasado 19 meses y de nuevo aprovecho este espacio para explicaros que inicio un nuevo capítulo del libro que empecé a escribir cuando aterricé en Dublin un 10 de marzo de 2015.

Pero antes de explicaros lo que vendrá, algunos titulares / reflexiones de lo que ha supuesto mi paso por el mundo de las agencias de publicidad y, concreamente, una de «la especie» agencia creativa.

  1. En general. Las agencias creativas son otro mundo. Después de casi 25 años de carrera profesional habiendo trabajando en/con muchas empresas, las agencias creativas comen aparte – interpretación a gusto del lector.
  2. Eficiencia. Existe un especialista para cada paso/tarea del proceso creativo. Por poner un ejemplo, se necesitan no menos de 7-8 especialistas de la agencia creativa para planificar, conceptualizar y diseñar (no incluyo producir) una idea que acabará transformándose en un anuncio de TV o un rich media ad. Me pregunto si eliminar especialistas (sustituyéndolos por personas que fueran capaces de realizar más de un rol a la vez) implicaría pérdida alguna en la calidad del trabajo final en términos de eficacia, es decir, de respuesta por parte de la audencia a quien va dirigida la pieza de comunicación. Y el coste, ¿se reduciría? Parece claro que sí.
  3. Egocentrismo. Internamente en las agencias se celebran dos hechos: o bien se ha ganado un «pitch» (competión / concurso en la que las agencias participantes defienden sus propuestas ante los potenciales clientes), o bien se ha ganado un «award» en alguna gala de premios (auto-concurso de agencias en las que se auto-evalúan y una de ellas auto-gana en alguna de las infinitas categorías que auto-definen). Si sus clientes consiguieron sus resultados gracias al trabajo de la agencia queda en un segundo plano (por poner un orden).
  4. Lío. Todo está mezclado. Todo es un híbrido. Agencias de distinto pelaje – creativas, planificación y compra de medios, digitales vs. tradicionales, etc. -,  fabricantes de tecnología / software de marketing/comunicación, medios de comunicación también muy diversos,  las firmas de consultoría que integran tecnología y/o proponen estategias de marketing/comunicación, … un tótum revolútum: unos dicen tener / hacer de todo, otros presumen de ser muy especialistas en algo super-concreto. ¿Y el cliente? Más lío todavía. Perdido. No sabe a qué puerta llamar.

Y ahora sí. ¿A dónde me embarco? Me lanzo a un sector nuevo para mi (otro): el de la energía. La empesa no podía tener otro nombre: energia.ie. Una empresa productora de energía – basada en renovables – y también comercializadora. Empezó su andadura el 1.999, año en el que se liberalizó el mercado en Irlanda, y que después de 15 años enfocada al mercado empresarial decidió hace 2 atacar también los hogares. Y es ahora que ha decidido centrarse, no sólo en la captación de nuevos  clientes, sino también en su desarrollo y  fidelización. Y ese será el rol del equipo que tendré la oportunidad de dirigir.

Después de una rápida inmersión en el sector durante las últimas semanas, ¿cómo lo veo  en un horizonte más o menos próximo?  Tres claros factores/palancas sugieren un movimiento transformador:

  1. La producción de energías renovables. Debería provocar una reducción del precio y ello, a su vez, debería crear una competencia real frente a los todavía existentes pseudo-monopolios que siguen presentes de forma integrada en toda la cadena de valor.
  2. «Lo digital».  Reducirá los costes de servir a los clientes, sin que ello suponga una merma en la calidad del servicio. Y, entre otras cosas, eso pasará por tener un cliente más y mejor informado, que pueda tomar el control de su consumo real y conseguir hacer un uso más consciente, primero, y más eficiente, a continuación, de SU energía.
  3. El autoconsumo. Generación de energía por parte del propio consumidor basada en tecnología solar fotovoltaica o en tecnologías más novedosas como es Hone – permite capturar la luz del día (no el sol directo) para la generación de electricidad. Y a continuación el almacenamiento distribuido con baterías para uso propio (hogar, bicicleta, coche, etc.) o ¿!el de otros consumidores!?… modelos «peer-to-peer»?. Convencido que los veremos. Tiempo al tiempo.

Nada más de momento. Hasta la próxima entrada.

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It’s time to take a walk on the wild side

Hoy voy a romper la línea editorial habitual. Voy a hablar de mi. Y lo voy a hacer por la comodidad que representa escribir esta entrada y llegar a todos quienes me seguís directamente en este blog o a través de las redes sociales que utilizo habitualmente para su difusión.

Hace mucho tiempo (y mucho significa muuuuucho) que se despertó en mi la necesidad personal de salir de Barcelona. De conocer, de visitar, pero sobre todo de vivir y convivir con personas de otros países, de otras culturas, razas , idiomas, … Una cosa te lleva a otra y nunca encuentras el momento y sí la «excusa» perfecta para no hacerlo.

Ahora ha llegado ese momento. Los astros se han alineado. Animado por Cristina mi mujer, empujado y asesorado por mi amiga Alícia, y con «mi producto-CV» diseñado por Rafa en la maleta, llegué a Dublín el pasado 10 de marzo. Después de una estancia de apenas 4 semanas volvía a Barcelona el Viernes Santo, habiendo conectado con muchas personas, mantenido no pocas conversaciones/entrevistas y tenido la suerte (¿fue suerte?) de finalizar dos procesos de selección (¿con éxito?).

Procesos de selección muy serios, rigurosos y 100% profesionales. Con un apoyo y un asesoramiento como nunca había recibido por parte de los consultores de selección que habían sido contratados por las empresas finales. Procesos perfectamente pensados, bien estructurados. Algún detalle: en uno de ellos tuve que resolver un caso en 24 horas y presentarlo al día siguiente; en otro me solicitaron hasta 2 «referees» ex-jefes míos (¡gracias MJP y JMA!) para contrastar mis logros. Alguien pensaría que fue duro. Yo pensé, «¡Qué bien hacen aquí las cosas! Así da gusto». 

Volví deseoso de recuperar el tiempo perdido con la familia (duro proceso para todos), impartir las que serán, de momento y  después de 10 años, mis últimas clases en el Máster de Marketing Directo y Digital de la Barcelona School of Management – UPF y esperando alguna llamada que me confirmara las buenas sensaciones de esos procesos. Esperaba una oferta formal de trabajo.

Y llegó. Llegó la primera llamada mientras compartía una cerveza con mi amigo Albert, quien, sin quererlo, se convirtió en testigo de cuerpo presente de esa primera oferta en firme. Y 3 días después la segunda llamada; esta vez me pillo en casa solo. Empezaba el dilema… Doo do doo …

Volvía a coger un vuelo hacía Dublín el 15 de abril. A diferencia del que tomé hace escasamente algo más de un mes, esta vez aterrizaba con dos ofertas de trabajo y una decisión que tomar. Seguía el dilema… Doo do doo …

Cualitativamente las diferencias eran claras. Una consistía en «repetir» lo que había hecho algunos años atrás; eso sí, en un contexto  totalmente distinto: nueva empresa «corporate» + nuevo país + nuevo idioma. La otra añadía, a ese no poco exigente contexto, el reto de asumir un rol completamente nuevo para mi: trabajar en un agencia de publicidad participando en el desarrollo de una nueva línea de negocio y desde el otro lado de la barrera, la del proveedor, no la del cliente.

Cuantitativamente ofertas también con diferencias. No importan los detalles.

Y por encima del análisis profesional de las ofertas sobrevolaba el contexto familiar: ¿qué trabajo conciliará mejor con la vida familiar cuando estemos todos aquí a partir del curso que viene? ¡Qué dilema! … Doo do doo …

¡Ya está! Hoy, 23 de abril de 2015, Diada de St.Jordi, me he incorporado a Irish International del grupo BBDO. El objetivo es contribuir a la creación y desarrollo de la práctica de Data/CRM para ofrecerla a las marcas y ayudarles a crecer.

About Irish International BBDO
About Irish International BBDO

¿Es la mejor decisión?. Como siempre les digo a quienes me consultan sobre sus futuros profesionales: «si eres tú quien eliges, si la decisión la tomas tú, esa decisión siempre es buena». Y normalmente acabará siendo la mejor… aunque eso nunca lo sabrás.

Es la buena porque, como «reza» este blog desde su nacimiento, siempre podemos dar un pasito más hacia delante:  one + step forward it’s always possible. Espero no tropezar.

Y porque It’s time to take a walk on the wild side… ¿oi Josep-Maria?

Doo do doo doo do doo … please, just listen to it!

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CRM: Divide and Conquer

Una de las técnicas de programación que me enseñaron en la universidad era aquella de «divide y vencerás» o «divide and conquer». El concepto era/es tan simple como el de dividir el problema de programación en sub-problemas cuya resolución fuera directa y, por lo tanto, más sencilla que la del gran y complejo problema inicial. La «suma» de soluciones a los «sub-problemas» nos daba la solución global.

O, dicho en otras palabras menos técnicas, si pretendemos comernos un elefante, lo mejor que podemos hacer es cortarlo en tantos filetes como sean necesarios (sin importarnos el número) para poder digerirlo con facilidad.

Cuando pretendemos definir e implantar una estrategia CRM pasa exactamente lo mismos: se trata de un proyecto («problema») demasiado grande y complejo como para abordarlo de forma unitaria;  mucho menos si decidimos dejarlo en las manos de un equipo especialista, normalmente 100% externo (consultores) y con visión (intencionada) más bien tecnológica, para que lo resuelva de una tacada. Eso no suele ocurrir así.

Entonces, ¿qué debemos hacer para asegurarnos el éxito de la implantación de una estrategia CRM? ¿Cómo debemos dividir el «problema? ¿Cuál será el alcance de cada una de esas «partes» y cómo las enlazaremos para obtener «la solución»? ¿Cuáles son los errores más habituales y cómo podemos evitarlos?

Para responder a estas y muchas otras preguntas , y compartir mi aprendizaje personal el próximo 30/1 realizaré en Foxize School BCN una sesión sobre Cómo diseñar e implantar una estrategia de CRM: metodología clara, práctica y real.

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¿Para qué sirve la segmentación por comportamiento o hábitos de compra de los clientes?

La segmentación por comportamiento o hábitos de compra de los clientes

La segmentación por comportamiento o hábitos de compra de los clientes o también denominada por patrones de consumo es la siguiente estación en nuestro viaje hacia un modelo de desarrollo rentable de clientes (Orientación hacia el cliente… rentablemente). La primera parada fue la segmentación de clientes por valor (¿Para qué sirve la segmentación de clientes por valor?).

Si la segmentación por valor respondía a la pregunta de ¿cuáles son nuestros clientes «buenos» y «malos»?, en este caso, la segmentación por comportamiento o hábitos de compra responderá a la pregunta ¿cómo compran nuestros clientes?

El concepto

Conceptualmente,  al igual que cualquier proceso de segmentación, la segmentación por comportamiento o hábitos de compra nos permite identificar y cuantificar grupos de individuos (o empresas) que presentan un comportamiento de compra homogéneo, respecto los productos / servicios que componen el portafolio de la empresa, entre los individuos pertenecientes al mismo grupo y dispar entre individuos de grupos distintos.

Definiciones más amplias incluirían también, además de la dimensión producto, otras variables de segmentación relacionadas con el comportamiento ante las compras: el momento de compra, el canal de compra utilizado u otros criterios específicos de la propia empresa o su sector.

Algunos ejemplos

A continuación se relacionan, a modo de ejemplo, posibles criterios generales de segmentación por comportamiento o hábitos de compra para algunos sectores de actividad.

  1. Supermercado: las secciones/familias de los productos (congelados, frescos, bebidas, limpieza, bazar, …), día de la compra (laborable, fin de semana, …).
  2. Aerolíneas: el destino (nacional, internacional), el trayecto (ida o ida/vuelta), el día del viaje (laboral, fin de semana / festivo).
  3. Moda: la línea de producto (hombre, mujer, niños, accesorios) y canal utilizado (tienda física, on-line, ).
  4. Formación: temática del curso (marketing, operaciones, finanzas, …), modo (presencial, on-line, semi-presencial, …), tipo de curso (máster, grado, postgrado, cápsula formativa, ad-hoc, …), día-hora de la semana que recibe el curso (compatible laboral, no compatible laboral, …).
  5. Alojamiento: destino respecto lugar de residencia (nacional, internacional), tipo de alojamiento (hotel, apartamento, …),  tipología de días (laborables, escapada fin de semana, vacacional, …).

Óbviamente, la selección y combinación de los criterios de segmentación por comportamiento se tendrán que ajustar al caso concreto de cada empresa. Este aspecto será clave para que los segmentos resultantes sean fácilmente compresibles y útiles en términos de acción comercial.

Algunos aspectos «técnicos» de la segmentación por comportamiento

  1. Para considerar la existencia de un perfil de comportamiento de compra claramente definido se deben fijar unos umbrales mínimos de compra / consumo y/o antigüedad de los clientes.
  2. El criterio de segmentación por comportamiento según familias de productos / servicios comprados requiere que el portafolio esté razonablemente estructurado (familias, subfamilias, ….). No tendría ningún sentido segmentar en base a centenares o miles de referencias de producto. Un número «lógico» de familias que permitiría obtener un número de segmentos consistentes y operativos, estaría en torno a las 4-10 familias de productos distintas.
  3.  La identificación de segmentos debe realizarse teniendo en cuenta el peso relativo (%) de cada criterio / variable de segmentación utilizada (familias de productos, momentos de consumo, canales de compra, ….) respecto el valor total de la compra. Realizarlo en términos absolutos (cuánto compra/consume) «escondería» el objetivo que se persigue: saber CÓMO consumen los clientes.  No nos olvidemos que es la segmentación de clientes por valor la que nos aporta la visión del CUÁNTO consumen los clientes.

Pero, ¿para qué sirve la segmentación por comportamiento o hábitos de compra?

Si partimos de que la disciplina de Marketing tiene como gran objetivo la satisfacción de las necesidades y preferencias de consumo de los clientes, no se me ocurre una mejor manera de saber cuáles son dichas necesidades y preferencias que analizando lo que ya me están comprando mis propios clientes.

En otras palabras, si no dispongo de más información que las compras de los productos que realizan mis clientes (¡esta información siempre está disponible!), la mejor aproximación a sus necesidades y preferencias de consumo consiste en lo que actualmente me están comprando.

Los beneficios que obtenemos son:

Aumentar las ventas y la fidelidad de clientes

Algunos de nuestros clientes es posible que tengan necesidades que no quedan reflejadas en las compras que realizan en mi empresa ya que una parte de dichas compras las realizan entre los competidores.

Si estos clientes no satisfechos se «parecen» (según ciertas variables de caracterización) a mis mejores clientes (los que sí puedo saber / suponer que compran todo o casi todo a mi empresa) podríamos inducir que el potencial de compra de los primeros también es «parecido».

La segmentación por comportamiento o hábitos de compra  dará las «pistas» necesarias (y en la mayoría de ocasiones suficientes) para alcanzar el valor potencial. En concreto, nos apuntará:

  • Cuáles son los nuevos productos /servicios que probablemente comprarían.
  • Cuál es la cantidad / unidades de los productos / servicios (nuevos o no) que comprarían.

Por lo tanto, se abre aquí una oportunidad «inteligente» para dirigirnos a los clientes no satisfechos al 100% por mi empresa con una oferta que satisfaga sus necesidades, ya sea potenciando el consumo, todavía bajo, de los productos que me compran («up-selling») o incentivando la compra de nuevos productos todavía no consumidos por dichos clientes (venta cruzada o «cross-selling»).

El aumento de dicho consumo supondrá una mayor vinculación con la marca y, a medio-largo plazo, un mayor grado de fidelidad.

Diseño de la oferta

La segmentación por comportamiento o hábitos de compra equivale a conocer el «mix» (mezcla, combinación) de productos que consumen los diferentes segmentos identificados. A su vez, ello permitirá el ajuste de la oferta a las necesidades reales detectadas.

Posibles vías para ello serían:

  • La paquetización de productos distintos («bundle»): combinación de producto «perfectas».
  • La paquetización de un mismo producto («bono»): incluir el número adecuado de unidades de un producto determinado.
  • La promoción conjunta o venta cruzada (sin necesidad de paquetizarlos) de productos «afines» entre sí.

En resumen

Saber qué necesita cada cliente gracias a las segmentación por comportamiento o hábitos de compra supone el punto de partida para:

  • Identificar clientes no satisfechos respecto su potencial de compra: tenemos indicios ciertos que su hábito de consumo puede ser «superior» al actual.
  • Diseñar y proponer una oferta que no puedan rechazar: dicha oferta se basa en comportamiento reales de clientes «parecidos».

Y todo esto con nuestros propios datos («Owned Data»), con los datos de las compras de nuestros clientes: información disponible, real, actualizada, precisa, estructurada, barata y única (ningún competidor la tiene).

La segmentación por comportamiento o hábitos de compra constituye, conjuntamente con la segmentación por valor, la base imprescindible para mejorar nuestra toma de decisiones e incidir significativamente en los resultados de negocio de la empresa.

Y tú, ¿sabes cómo compran tus clientes? ¿Sabes cuál es su potencial de compra? ¿Sabes como conseguirlo?

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¿Para qué sirve la segmentación de clientes por valor?

Qué es la segmentación de clientes por valor

La segmentación de clientes por valor ocupa un papel preponderante dentro del ámbito del Customer Intelligence o Conocimiento de Clientes, eje sobre el que debe pivotar el diseño y  ejecución de un modelo de desarrollo rentable de clientes. Todo ello ya lo avancé en mi anterior entrada Orientación hacia el cliente… rentablemente.

De entre todos los posibles criterios de segmentación de clientes, no es casual ni opcional que la implantación de una estrategia de CRM o de un Plan de Fidelización tome como punto de partida la segmentación de clientes por valor. Repito, no es opcional.

Y para determinar la segmentación de clientes por valor primero tenemos que calcular la métrica de valor. Su cálculo puede ser un ejercicio más o menos complejo (y completo) según diversos aspectos que decidiremos en el propio proceso de definición. Entre otros:

¿A qué nivel «económico» queremos realizar el cálculo del valor?

  • Una primera versión más o menos «reducida» y sencilla sería calcularlo a nivel de facturación.
  • Otra más compleja sería en términos de rentabilidad a través del cálculo de un margen comercial relativo a cada cliente; es decir, construir una (mini)cuenta de resultados a nivel de cada cliente.

¿Sobre qué «distancia temporal y espacial» relativa a la marca queremos realizar el cálculo?

  • Así podríamos calcular el valor actual o valor cierto correspondiente al consumo actual con la marca.
  • El valor potencial inmediato o valor cierto total correspondiente al consumo actual del cliente con la marca más el que también ya está realizando con otros competidores (estimación) y que podríamos considerar alcanzable en un futuro más o menos inmediato a través del desarrollo del cliente (cross y up-selling). Conocer el valor potencial inmediato nos permite calcular el share-of-wallet, la participación -share- que tenemos en cada cliente: dividir el valor actual con la marca entre dicho valor potencial inmediato.
  • El Customer Lifetime Value o valor global esperado de un cliente correspondiente al consumo que realiza a lo largo de toda su relación con la marca; alcanzar este valor no sólo implica desarrollar el cliente sino también conseguir que permanezca con la marca durante toda su vida como tal.

Generalmente, dichas decisiones dependen del grado de precisión que queramos alcanzar en el cálculo del valor que, a su vez, depende en gran medida de la disponibilidad de los datos. Por ejemplo:

    • En el caso de realizar un  cálculo de valor en términos de margen comercial, debemos disponer de los costes directos a nivel de cada cliente asociados al mantenimiento de la relación (costes de servir al cliente, …).
    • Así mismo, para calcular el valor potencial inmediato debemos haber realizado previamente algún estudio de mercado (con su correspondiente trabajo de campo) y/o disponer de suficiente volumen e histórico de datos económicos reales de los clientes actuales que nos permita relacionar sus características «exógenas» generales (género, edad, renta disponible, … para personas individuales; o número de empleados, sector de actividad, número de sedes, … para empresas) y otras propias del sector, con la facturación o el margen potencial.
    • Por último, para determinar el Customer Lifetime Value, debemos tener calculada la tasa de baja de nuestros clientes (ver Los estados y bajas de los clientes) para, a partir de ella, estimar la vida media de cada cliente o la del segmento de clientes al cual pertenece; también tendremos que saber el coste de adquisición de cada cliente.

La Harvard Business School facilita una versión para calcular la métrica del valor del cliente a lo largo de toda su vida que puede ser utilizada para la segmentación de clientes por valor.

En cualquire caso, decidido un criterio u otro ya podríamos disponer de una primera segmentación de clientes por valor. Por ejemplo, podríamos clasificarlos según 5 rangos de la métrica de mayor a menor valor: platino, oro, plata, bronce, destructores (de valor).

No olvidemos que el objetivo principal de la métrica de valor de los clientes es implementar la segmentación de clientes por valor de tal manera que pueda diferenciar los clientes «buenos» de los «malos». Por lo tanto, más importante que conseguir la precisión máxima en el cálculo del valor es que éste nos sirva como indicador de la bondad comparativa entre clientes.

Y no caigamos en el error de utilizar datos valores «medios» (costes medios de adquisición de clientes, costes medios de servir al cliente, …) ya que no conseguiríamos que el cálculo establezca diferencias entre los clientes según su valor: todos los clientes, en media, son / serían iguales y no obtendríamos la segmentación de clientes deseada.

Pero, ¿para qué sirve la segmentación de clientes por valor?

Pues bien, dejando de lado entrar en más detalles «técnicos» del cálculo del valor de los clientes, me gustaría centrar esta entrada en lo realmente relevante cuando desarrollamos cualquier proyecto de Inteligencia de Clientes y, en particular, cuando ya disponemos de la segmentación de clientes por valor: ¿para qué sirve?

Como ya he avanzado en otras ocasiones, el conocimiento sin acción comercial no tiene ningún sentido, es completamente estéril. Sólo cuando somos capaces de utilizar la segmentación de clientes en términos de acción comercial que genere valor para el cliente y la compañía tendrá sentido la inversión que hayamos realizado para obtener ese mayor conocimiento de nuestros clientes.

En el caso de la segmentación de clientes por valor explicaré «para qué sirve» clasificando sus utilidades / aplicaciones en tres sentidos:

Identificar

La segmentación de clientes por valor nos permite identificar los clientes buenos de los que no lo son tanto y poder ofrecer condiciones especiales en la oferta de captación, de desarrollo (venta cruzada) o fidelización / retención A QUIEN más “lo merece”. Algunos ejemplos:

    • Dirigir los esfuerzos de captación (inversión en comunicación, elección del canal, promoción, …) a aquellos clientes potenciales que sabemos pueden tener un mayor valor futuro.
    • Limitar el incremento de precio de un producto según el valor de los clientes.
    • Ofrecer un 10% de descuento adicional en la compra de un producto o en la renovación de la suscripción de un servicio a los clientes de mayor valor.

La segmentación de clientes por valor actúa de «discriminante» para saber a quién dar un determinado beneficio.

Priorizar

Ante una capacidad limitada de recursos técnicos o humanos, la segmentación de clientes por valor nos facilita ORDENAR el uso de dichos recursos en función del valor de los clientes. Algunos ejemplos:

    • En una acción telefónica de retención proactiva, llamar primero a los clientes con mayor probabilidad de abandono y mayor valor.
    • En un servicio de post-venta, prestarlo de forma preferencial y con medios propios a los clientes de mayor valor.
    • Priorizar la respuesta a las llamadas, emails o interacciones en los medios sociales de los clientes de mayor valor.

La segmentación de cliente por valor actúa de «priorizador» de recursos.

Cuantificar

La segmentación de clientes por valor también sirve para determinar CUÁNTO invertir en cada cliente o  segmento de clientes.  A diferencia de las aplicaciones descritas anteriormente, para este uso concreto sí que es requisito que la métrica del valor del cliente sea lo más precisa posible.

    • Limitar la inversión a realizar al retorno y plazos previstos según el valor / margen calculado.

La segmentación de clientes por valor actúa de «regulador» del nivel de inversión.

En resumen

La segmentación de clientes por valor tiene sentido en la medida que es ineludible que:

  1. No todos los clientes son iguales: su valor nos permite diferenciarlos.
  2. Los recursos técnicos, humanos y económicos de cualquier empresa son limitados / finitos. ¿Alguien conoce alguna que esto no sea así?
  3. Como consecuencia de ello, tenemos que hacer un uso inteligente (es decir, eficiente) de los recursos disponibles: a partir de lo que tenemos, demos a cada cliente lo que se merece… según su valor.

Existen muchos criterios de segmentación de clientes. Si tienes que escoger una, empieza por la segmentación de clientes por valor. Porque, una vez más, se trata de aplicar el sentido común, en este caso, a la gestión de los clientes y los recursos que destinamos a la creación y mantenimiento de las relaciones con ellos que, recordemos, deben ser duraderas, rentables y satisfactorias para ambas partes. ¡No lo olvidemos!

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Orientación hacia el cliente… rentablemente

Hace unos días, aprovechando la invitación a una conferencia, estuve reflexionando y revisando las claves para la orientación hacia el cliente de las compañías.

Situar al cliente en el centro de la empresa supone implantar un modelo de desarrollo rentable de clientes que debe pivotar alrededor de tres ejes:

  1. Conocimiento del cliente. Conocer más y mejor a nuestros clientes, la Inteligencia de Clientes o Customer Intelligence. Partiendo del Datamart de Marketing (entorno de datos integrado con foco cliente) identificaremos comportamientos, propensiones, tendencias, … diferentes entre nuestros clientes.
  2. Propuesta de valor segmentada. Del «café para todos» a dar a cada cliente lo que necesita (y merece) a lo largo de todo su ciclo de vida.
  3. Canal óptimo de relación con el cliente. Es clave desarrollar aquellos canales que respondan a las preferencias de nuestros clientes pero que también tengan sentido bajo criterios de rentabilidad.

En síntesis, profundizar en el conocimiento de nuestros clientes (quiénes) nos permite tomar más y mejores decisiones en términos de actuación comercial enfocada (qué ofrecer y cómo hacerlo), siempre bajo la óptica de la rentabilidad, es decir, de valor aportado / esperado (ver ¿Eres un «customer-centric marketing manager»? para recordar los KPIs que se deben seguir).

A continuación os dejo una serie de vídeos desarrollados por el fabricante y proveedor de soluciones software Pegasystems (reconocido como líder según la última actualización del conocido Magic Quadrant for the CRM Customer Engagement Center de la prestigiosa empresa de investigación en IT Gartner) que bajo el título «Bob’s customer journey» ilustran claramente estos tres ejes a través de la secuencia saber-decidir-actuar.

A excepción del contexto sectorial en el que se sitúa al protagonista, los tres vídeos son conceptualmente idénticos. Viendo uno, has visto los tres. Escoge el sector que más te interese: seguros, telecomunicaciones o salud.

Seguros

Telecomunicaciones 

 Salud

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Big Data, Customer Engagement, Cloud y otros cool-tismos del montón

No seré yo quien aquí y ahora vaya en contra de determinadas tendencias, especialmente las que tienen que ver con cambios o novedades tecnológicas. Sin llegar a ser siempre y para todo un early-adopter, tampoco soy de los que pone reticencias a utilizar lo más novedoso. Todo lo contrario. A nivel particular, me gustan los gadgets tecnológicos, trastear con ellos y poner a prueba todas sus features; sobre todo si tienen una utilidad real para el día a día de las personas o de las empresas.

Pero sí intentaré «poner en su sitio» algunas (nuevas) etiquetas, «palabros» y «cool-tismos» de moda que intentan convencernos y, sobre todo vendernos, la bondad de todo ello olvidando, intencionadamente, por descuido o por desconocimiento,  que:

  1. Eso que representa la nueva etiqueta ya existía hace mucho tiempo atrás. Por lo tanto, «el qué» no es nada nuevo.
  2. Lo transcendental no está en la etiqueta o su significado, sino en el «para qué sirve»; el resto, es humo.

Es curioso observar que todas esas etiquetas, «palabros » y «cool-tismos» tiene una directa y estrecha relación con Internet y lo digital. Y ya se sabe: si algún «cool-tismo» está de moda y no lo repites una cuentas veces en la conferencia o foro de turno es que no estás en la onda o no te enteras de nada (o ambas cosas a la vez).

A continuación algunos ejemplos.

Big Data vs. (Owned) Data

Es el gran «cool-tismo» del momento: ¡BIG DATA!. En este caso sí que aporta algo nuevo respecto DATA (sin BIG). En concreto, como ya apunté en Inboung Marketing y la inteligencia en tiempo real:

  • Es cierto que lo digital está propiciando la aparición de nuevos flujos y conjuntos de datos inexistentes o de imposible / difícil acceso hasta la fecha.
  • Estos nuevos flujos y conjuntos de datos podemos utilizarlos, potencialmente, para tomar más y mejores decisiones en tiempo real.

Pero la gran pregunta es: ¿todos estos datos PARA QUÉ sirven? El problema no está/estará en tener los datos, poder procesarlos y analizarlos en tiempo real para tomar la mejor decisión.  La gran dificultad es saber qué datos quieres y para qué los quieres. ¿Lo sabes? ¿Lo tienes claro? Si la respuesta es no, pasa a mi recomendación.

Mi recomendación: exprime al máximo tus propios datos (Owned Data):

(Extracto de «Para que sirve el Big Data»)

(…)

«No debemos olvidar que es en nuestros datos donde reside una información real, actualizada, precisa, en general estructurada, barata y única (ningún competidor la tiene). ¿Sabemos hasta dónde podemos llegar con nuestros datos para mejorar nuestra toma de decisiones e incidir significativamente en los resultados de negocio de nuestra empresa?

Si la respuesta es no, antes de virar el rumbo hacia el Big Data, ¿no deberíamos incidir más en cómo exprimir al máximo nuestros propios datos y el conocimiento útil que en ellos se atesora?»

(…)

Customer Engagement vs. Fidelización de clientes

Todavía no he sido capaz de averiguar qué diferencia hay entre conseguir el engagement de los clientes o tener clientes que sean fieles con tu marca.

Si para una empresa  (síntesis del capítulo «The Economics of Customer Loyalty» del “legendario” libro The Loyalty effect escrito por Fred Reichheld y publicado en 1996) un cliente fiel es aquel que permanece más tiempo, compra más productos, es menos sensible al precio y posibles fallos en el servicio y, finalmente, trae nuevos clientes mediante referencias, ¿por qué desde hace 4-5 años tenemos que hablar de customer engagement? Leo que «Customer Engagement aims at long-term engagement, encouraging customer loyalty and advocacy through word-of-mouth»?

Si alguien encuentra la diferencia, por favor, que me la explique. Para siempre agradecido.

ASP vs. Cloud Computing

ASP responde a Application Service Provider. En castellano, Proveedores de Servicios de Aplicación. Este concepto apareció a finales de los 90 para identificar aquellas empresas que ofrecían servicios de computación a sus clientes a través de una red; también se denominó SaaS (Software as a Service o Software a demanda). En 1999 un estudio de la consultora Booz.Allen ya hacía pronósticos de un crecimiento X10 del negocio de los ASPs entre 1999 y 2003.

De nuevo, en los últimos años, aparece y se sobre-utiliza el término Cloud Computing. Todo tiene que ser (o estar en) Cloud, sino, no vale. Leo esta definición: «Cloud computing involves computing over a network, where a program or application may run on many connected computers at the same time».

Y de nuevo me asalta la pregunta: ¿por qué una nueva etiqueta para un concepto ya existente? ¿Es más moderno? ¿Es más cool? ¿Aporta algo nuevo en su concepción o aplicación? La respuesta es otra vez «no».

Pero, repito, si alguien me hace ver lo contrario, se lo agradeceré.

Marketing vs. Marketing digital

Ya hace algunos años que el Marketing parece que sólo puede ser digital. Y lo más terrible, quienes dicen conocer las técnicas digitales «marketinianas» y las utilizan para auto-proclamarse experto en «X» (sustituir «X» por SEO, SEM, retargeting, google analytics, redes sociales, e-mail marketing, e-commerce, afiliados, …) a menudo carecen de lo fundamental: los conceptos, conocimientos mínimos y práctica de Marketing.

Y esto no parece que vaya a parar ni a frenarse. Al contrario, casi seguro que irá a más. ¿Por qué?. Os invito a que busquéis en Google algo así como «curso» o «posgrado» o «master» + «marketing digital». Si buceamos un poco en los resultados que obtenemos, muy pocos  de esos cursos / posgrados / masters… , repito, muy pocos, contienen en su programa una base conceptual y práctica de Marketing «a secas» (sin digital).

Es como si pretendemos que un niño aprenda directamente a hacer divisiones con la calculadora sin haber dedicado previamente tiempo alguno en que entienda el concepto (repartir algo en «n» partes) y que pueda deducir y decidir ante qué problemas / situaciones debe realizar una división o cualquier otra operación aritmética.

Eso es lo que está pasando con el Marketing desde que Internet y lo digital lo «han contaminado»: la técnica, el adjetivo (lo digital) ha engullido al concepto, al sustantivo (el Marketing).

Mi recomendación: empieza por EL MARKETING (sí, en mayúsculas).

Transformación digital vs. Informática&Redes

Parece ser que la transformación digital también empezó con la eclosión de Internet y cuando nos pusimos todos (o la mayoría) de acuerdo que es la revolución económica, social, cultural,  … cibernética del siglo XXI.

Para una empresa, la transformación digital no es más (¡ni menos!) que rediseñar los procesos de negocio de la organización teniendo en cuenta cómo lo digital puede contribuir en mejoras de su productividad y competitividad. O, en otras palabras, cómo aprovechar las tecnologías de la informática (lenguajes de programación, bases de datos, etc.) y las redes de comunicaciones (protocolos, dispositivos, etc.), para automatizar tareas y transmitir eficazmente datos / información entre los ordenadores-dispositivos y las personas (empleados, clientes, proveedores, partners,  …) que interactúan a través de ellos.

Entonces, si esto es así, también se me ocurre que ya se transformaron digitalmente aquellos bancos que hace más de 30-40 años sustituyeron los apuntes escritos a mano en una libreta por los ordenadores que registraban el saldo y todos los movimientos de forma automática; o cuando esos mismos bancos, decidieron poner cajeros para que sus clientes pudieran auto-servirse las 24h del día. También supuso una transformación digital la sustitución de los blocs de notas donde los dependientes de las tiendas iban apuntando las ventas que hacían (para controlar la reposición y el inventario de productos) por aquellos ordenadores-caja con «pistola láser» que eran capaces de leer un código de barras y actualizar todo automáticamente y gestionar el cobro. Un ejemplo más: también es transformación digital el uso de aquel dispositivo inalámbrico donde el camarero apunta el pedido de sus comensales y automática y de forma instantánea llega como por arte de magia al cocinero; ya no hace falta que el camarero le lleve en mano la nota al cocinero ni que éste le pregunte al camarero qué es lo que ha escrito cuando no lo entiende.

Todas esas empresas tuvieron que rediseñar sus procesos para producir / prestar / servir más y mejores productos y servicios a sus clientes a través de la utilización de nuevas tecnologías que, fundamentalmente, transformaron lo «analógico» en «digital» y les permite ser más eficientes y tener clientes más fieles y satisfechos (perdón, quería decir clientes con más engagement).

Dicho lo cual, espero haber dejado algo más claro que la transformación digital ha sido, es y será un aspecto fundamental para que las empresas perduren en el tiempo; y que ni el qué ni el cómo afrontar dicha transformación digital ha sido ni es monopolio de Internet ni de algunas empresas de consultoría que divulgan y construyen discursos a su alrededor.

Insisto, la transformación digital consistió y consistirá (aprovechando la digitalización y las tecnologías asociadas a ella) en el rediseño de los procesos de negocio (de compras, de producción y logística, de ventas, de marketing, de atención al cliente, etc.) que pueden desembocar en una reducción de costes, en un nuevo o mejor servicio para el cliente o incluso en un cambio por completo en el modelo de negocio.

Aunque no suene muy cool, lo que realmente se necesitan son analistas de procesos con mucho talento y visión de negocio, y no pseudo-gurús-digitales que de cada diez palabras que pronuncian, más de la mitad son «cool-tismos».

Mi recomendación: huye de ellos.

Para ir acabando …

Aunque se me ocurre algún ejemplo más lo dejaré aquí. No quisiera aburriros, si es que no lo he conseguido ya.

Desde aquí, mi pequeño rincón de la reflexión y el conocimiento compartido, acabo proponiendo que nos olvidemos de las etiquetas, «palabros» y «cool-tismos». Y apelo a los conceptos, las bases del conocimiento y, más que nunca, al back to basics como el futuro de la visión y gestión en los (nuevos) negocios.

P.S.: Esta entrada no hubiera sido posible sin los años de vida acumulados por su autor… lo cual no tiene un especial mérito.

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Fans, no clientes

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¿Eres un «customer-centric marketing manager»?

Es habitual que las empresas en general y sus altos mandos en particular vayan  anunciando por tierra, mar y aire que ellos y su organización están orientados al cliente o, en inglés, que siempre parece que queda un poco mejor: «somos una customer-centric organization».

Como en tantas otras ocasiones, hablar y utilizar palabras que están «de moda» parece que vende y da más valor a la entidad o persona que las pronuncian. Pero la realidad es otra muy distinta. En muy pocos casos nos equivocaríamos si,  ante estos anuncios, aplicamos aquello de «dime de qué presumes y te diré de lo que careces».

Aunque podrían ser muchos los aspectos a tener en cuenta para demostrarlo,  hoy me centraré en uno de ellos, y muy crucial, para (auto)diagnosticar si la empresa y sus managers de Marketing están orientados a su cliente y  si éste está realmente en el centro del modelo de negocio de esas empresas.

Me refiero a los indicadores (KPIs – Key Performance Indicators-) que utilizan para medir qué les pasa a los clientes. O, en otras palabras, qué indicadores propongo utilizar, en términos de control estratégico y gestión del día a día, para avanzar en el proceso de ser una empresa y un manager orientados a sus clientes. En resumen, «dime qué mides y te diré cuánto customer-centric manager eres».

He escogido este aspecto (los KPIs del cliente) porque como hemos escuchado infinidad de veces «lo que no se puede medir, no existe», o, también podríamos añadir algo más, «… no se puede gestionar». O, visto desde la realidad de las empresas, lo que acaba ocurriendo es que lo que los managers de una empresa eligen medir tiene una enorme influencia en los resultados de negocio que obtienen. Si esa elección de indicadores no está alineada con la orientación al cliente, será difícil avanzar hacia ella y mucho menos alcanzarla.

Porque conseguir y mantener un enfoque centrado en el cliente requiere de un cambio de visión hacia cómo los clientes individualmente se comportan con el transcurso del tiempo, y cómo las empresas pueden maximizar el valor de cada relación con cada cliente.

En definitiva, los KPIs que propondré (lista orientativa, no exhaustiva) permitirán comprobar, a través de su control y seguimiento continuo,  si los esfuerzos de marketing están consiguiendo avanzar en ese proceso de orientación al cliente que persiguen las empresas.

Customer-Centric KPIs

A nivel estratégico

A alto nivel, ¿cuál es la salud de la cartera de clientes?

Valor del Ciclo de Vida del Cliente o Customer Lifetime Value (CLV )

Es la medida del valor esperado de los clientes a lo largo de toda su relación con la marca /producto.

El CLV es la métrica más importante para cualquier empresa que dice/quiere estar centrada en el cliente.

El CLV actúa como una «veleta» que indica, como antes ya describí, si todos los esfuerzos que el equipo de Marketing está realizando (la inversión en los diferentes canales de captación de nuevos clientes, la inversión en estrategias de fidelización y retención de clientes, …) dan como resultado relaciones con los clientes más duraderas y rentables a medio-largo plazo.

Una variante de este indicador, sería calcularlo para los nuevos clientes captados en un período determinado. Así se obtendrá una visión del valor que la compañía está logrando y cuál está siendo el equilibrio entre la cantidad y la calidad de los nuevos clientes captados.  Tan importante puede ser captar un cierto número de nuevos clientes como que su calidad, en términos de valor esperado, es el adecuado.

Cómo calcular el CLV será motivo de una nueva entrada. De momento os dejo un par de enlaces (existen diferentes métodos):

A nivel táctico

Con el fin de entender los cambios en el CLV  y poder tomar las decisiones oportunas a nivel táctico, es decir, en las políticas y acciones de captación y fidelización y retención de los clientes.

CLV por Canal (captación)

  • Qué es: el CLV de los nuevos clientes a través de diferentes canales de captación.
  • Para qué sirve: Identificar los canales que están consiguiendo los clientes de mayor valor y considerar invertir más en dichos canales y prescindir o disminuir la inversión en los canales de captación de clientes de menor CLV.

Nos haríamos cruces  en muchas ocasiones al comprobar que los canales que mayor cantidad de nuevos clientes nos están aportando son, a su vez, los que menos valor actual y esperado generan a la empresa.

Estados de clientes según ciclo de vida (fidelización)

  • Qué es: Una «foto instantánea» de dónde está tu cartera de clientes según los estados del ciclo de vida del cliente (ver entrada Los estados y bajas de clientes).
  • Para qué sirve: Si se observan cambios significativos en la distribución de los clientes según su estado del ciclo de vida, nos permitirá profundizar en acciones de fidelización adicionales que mejoren la «velocidad» de repetición de compra temprana, la «velocidad» de repetición de compra y/o la tasa de recuperación de clientes.

«Velocidad» de repetición de compra temprana (fidelización)

  • Qué es:  Mide el porcentaje de nuevos clientes que han hecho una segunda compra dentro de un período de tiempo determinado.
  • Para qué sirve: Si dicho porcentaje es bajo o presenta una tendencia negativa, tendremos que poner en marcha acciones para «educar» a los nuevos clientes sobre nuestra marca con el objetivo de impulsar nuevas compras.

«Velocidad» de repetición de compra (fidelización)

  • Qué es: Mide el porcentaje de clientes que realizan una nueva compra en un plazo de tiempo determinado desde su último pedido.
  • Para qué sirve: Nos alertará sobre si debemos profundizar en la relación con los clientes a través de una estrategia de venta cruzada que les permita conocer nuevas categorías de producto (teniendo en cuenta lo que han comprado en el pasado).

Tasa de retención de clientes (retención)

  • Qué es: Mide el porcentaje de clientes inactivos o bajas en un período de tiempo determinado respecto el total de clientes activos en ese mismo período.
  • Para qué sirve: Desencadenar acciones automáticas de reactivación ante los primeros síntomas de clientes «adormecidos».

Ratio del «cubo agujereado» (retención)

  • Qué es: Una métrica que muestra el número de clientes perdidos  en un período de tiempo determinado en relación con el número de nuevos clientes captados en ese mismo período.
  • Para qué sirve: Implantar una estrategia efectiva de recuperación de clientes que permita reducir la velocidad a la cual los clientes son baja.

Una última consideración

Una única pregunta para realizar el (auto)diagnóstico acerca de la orientación al cliente de la empresa.

¿Cuál es la primera línea del presupuesto de ventas de tu empresa para el 2014?

    1. Número de unidades de producto/servicios y/o volumen de facturación en €uros a vender.
    2. Número de nuevos clientes que debes captar y clientes a fidelizar / retener.

Si la respuesta es 1, todavía tienes un largo camino que recorrer para estar realmente orientado a tu cliente: todo el sistema de control de gestión del negocio sigue bajo un enfoque de producto. Cámbialo por un enfoque al CLIENTE.

Y recuerda: «dime qué mides y te diré cuánto customer-centric marketing manager eres».

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Las bajas de clientes y otros estados

Hablar de los estados de los clientes no es más que afrontar el primero de los puntos del doble debate que aparece en las empresas y que hay que superar si se quiere controlar las bajas de clientes. A saber:

  1. Qué es una baja de cliente para determinar cuántas estoy teniendo.
  2. Qué hago ante las bajas de clientes.

Como ya indicaba en aquella entrada,  en aquellos modelos de negocio en los que el cliente no se ve obligado a comunicar su voluntad de baja, es la propia empresa quien debe fijar un criterio que permita identificar las bajas y así puedan ser computadas como tales. Como avancé, este criterio vendrá determinado por la ausencia de compras en un período de tiempo también a determinar.

Pues bien, hoy me gustaría presentaros un modelo que permite obtener, antes de hacer pruebas diagnósticas de mayor calado, una primera «radiografía» de la cartera de clientes desde este punto de vista: la ausencia o no de compras en un determinado tiempo.

Este modelo permite introducir, más allá de los conceptos elementales de cliente activo o baja, todos los matices posibles respecto al estado en el que un cliente puede encontrarse. A su vez, ello permitirá saber en qué grupo/s de clientes tenemos concentrado el problema (si existe) y ayudará a iniciar la reflexión acerca de las estrategias y acciones comerciales básicas que hay que aplicar para solucionarlo.

Modelo de los estados de la bajas de clientes

Sin más preámbulos, os presento el modelo de los «Estados de los clientes». La lectura del modelo es sencilla: cada «bola» representa un estado posible del cliente y las flechas, positivas en verde y negativas en rojo, representan las condiciones que los clientes pueden «sufrir» y que les hace transitar de un estado a otro.

Tras la aplicación del modelo al caso concreto de una empresa cada cliente tendrá una «etiqueta» dentro de los estados posibles incluidos en el mismo.

Los estados y bajas de clientes

Para determinar el parámetro «período de tiempo reciente/amplio» sin compra ,  más allá del valor que nos aportará el propio sentido común según el criterio de negocio,  se deben realizar determinados análisis estadísticos en torno a la frecuencia de compra y la distribución de los clientes según la misma. Una visión segmentada según perfil de cliente como paso previo a la realización de dichos análisis también puede ser idóneo de realizar.

No obstante, la mera aplicación de este modelo para diferentes valores del parámetro ya permitirá obtener varias «radiografías» de la cartera de clientes y ayudar, como decía al principio, a superar el debate de qué es una baja y cuántas bajas de clientes tengo.

A partir de aquí, qué hago con las bajas de clientes, requerirá de nuevas pruebas diagnósticas de mayor precisión tipo «resonancia magnética» que trataré en próximas entradas.

Y tú y tu empresa, ¿cuántos clientes tienes en cada estado? ¿Cuántas bajas de clientes tienes?

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